Mtra. Ana Cárdenas, Directora Sección Inicial

Muy frecuentemente los niveles iniciales de la educación son asociados con el juego, con la experiencia de jugar, y ciertamente, es una asociación correcta, pues el juego es la herramienta por excelencia para aprender en edades tempranas. Se nos hace imposible pensar en la construcción del conocimiento sin la estrategia que el “juego” y todas sus aristas implican durante las edades tempranas. Durante la pandemia nos enfrentamos al desafío de generar un vínculo con niños que apenas habían comenzado su etapa de iniciación, sin haber finalizado aún la adaptación tan necesaria al local, a los docentes y al mismo vínculo con sus pares. Comenzamos entonces la búsqueda de nuevos caminos que nos pretermitieran seguir sosteniendo ese vínculo a la distancia, intentando así alcanzar algunos de los objetivos trazados, pensando que ese era nuestro gran desafío cuando hablamos de edades tan tempranas. Sin embargo, nos encontramos con otra realidad más compleja y aún difícil de atravesar: la desestimación o subestimación de la Educación Inicial.

Si bien estos últimos años ha resonado en la agenda de gobierno y ha sido motivo para la creación de diversos programas a nivel Nacional, creemos que aún queda un largo trecho por recorrer. Nos encontramos con situaciones de abandono o resistencia a las propuestas educativas, en las que a través de diferentes alegatos intentaban justificar la ausencia de participación de los niños pequeños. Los conceptos que más escuchamos referían a ponderar la participación cuando de hermanos mayores se trataba, ya que en niños de edades avanzadas hay una sensación de “perdida” de instancias educativas, que no es percibida cuando se trata de niños de niveles iniciales.

Aún hay una idea subyacente y bastante difundida que concibe como menos relevante la educación de los niños de edades muy tempranas. Algunas de las palabras que escuchamos, como “priorizo trabajar con el hermano mayor; igual él es chiquito”, o “no tenemos tiempo, son chiquitos, solo juegan”, lo ponen de manifiesto.

Estamos convencidos de la importancia de trabajar más y mejor para que las familias puedan apreciar “el juego” como una actividad esencial, de gran relevancia en el crecimiento y desarrollo de los niños. Francisco Mora dice: “el juego es una manera de aprender y memorizar de manera inconsciente los patrones motores, sensoriales y emocionales”. De la misma manera es imprescindible que se pueda realmente interiorizar que los primeros años de vida marcan el posterior desarrollo de los individuos.

A través del aporte que las neurociencias están haciendo desde hace años, sabemos que los distintos circuitos neuronales, por donde va a discurrir toda la información del ser humano se forman en la primera infancia. Sabemos que la facultad de construir circuitos, conexiones, entre distintas neuronas, no es algo que se conserve a lo largo de la vida. Sin embargo, a pesar del privilegio de todo este conocimiento seguimos sin lograr que se instale en la conciencia de nuestra sociedad la real dimensión y la trascendencia que tiene la educación en las primeras etapas del desarrollo de la persona. El trabajo virtual en la pandemia nos hizo reflexionar acerca de nuestro rol y nuestra responsabilidad como vehículos en la comunicación de estos conceptos. Trabajando durante este tiempo nos reafirmamos en nuestra idea de intervenir en esta realidad que observamos y así modificarla.