Mtra. Marcela Castro (Directora Primaria) y Lic. Rodrigo Sosa

En el Colegio Jean Piaget estamos convencidos de que el aprendizaje más duradero es aquel que surge de actividades o experiencias inolvidables, y es por eso que hace más de cuatro año estamos transitando un camino de transformación de nuestras propuestas de trabajo y dinámicas de aula. A través de las distintas estrategias y distintos espacios en los que hemos intervenido, buscamos sensibilizar, motivar y acompañar a los docentes para cambiar la forma de presentar los contenidos a trabajar. Buscamos caminos que acerquen nuestro deseo de enseñar con el de los niños de aprender.

Nuestro accionar cotidiano es “el lugar” que elegimos para promover el juego, evocando a la actitud lúdica que el ser humano posee intrínsecamente y que por momentos se ve opacada por rutinas, metodologías, miedos, distintas situaciones que llevan a no movernos de un lugar de seguridad en el que nos quedamos, muchas veces, estancados. Gracias a la implementación de las actividades lúdicas en el aula, el estímulo de la activación del impulso lúdico en los docentes y la actitud positiva que ellos generan para sí y para  sus alumnos, es que nos encontramos jugando una cinchada constante entre el “cumplir el programa con prácticas educativas tradicionales” vs “ludificar los contenidos”.

El Colegio Jean Piaget, desde su nacimiento hace más de 40 años, se ha caracterizado por promover y destacar al juego como espacio, herramienta, puente, motivador. En su origen, el Piaget atendía únicamente a niños en etapa de Educación Inicial, esto es: desde maternal hasta los cinco años inclusive.  Es indiscutible el papel del juego en esta etapa de la vida como forma de conocer el mundo. La etapa escolar – Primaria – nos hace sentir que debemos dar el paso a actividades “más académicas”… se suele escuchar: “no podemos perder el tiempo”, “hay que cumplir con el programa”. Lentamente, el juego empieza a desaparecer.

El desafío cobra relevancia permanentemente: ofrecer a los niños de Primaria la posibilidad de aprender en un marco de disfrute, límites que dan posibilidades, reglas claras, respeto, orden, alegría y juego. Con una convicción profunda del lugar que ocupa la afectividad en la vida de todas las personas y el lugar que la recreación le da a las emociones y las vivencias, nos embarcamos en el proyecto de promover el juego y defender la alegría en los distintos ámbitos en los que nos encontramos.

¿Qué elementos nuevos aporta esta experiencia a la práctica educativa?

Desde la metodología: nuevas formas de acercar el conocimiento; desde la organización espacial: lugar del docente en la clase, disposición del mobiliario;  desde lo actitudinal: la motivación para trabajar temas nuevos y la obligación de salir de “lo de siempre”. Una de las observaciones más importantes y significativas que destacamos, ha sido el cambio actitudinal frente a la iniciativa de este proyecto. Esto tiene sentido y es útil si quien lo promueve cree en ello. Necesitamos de docentes comprometidos y convencidos. El juego tiene el poder de generar un estado de “estar entretenido, desafiado, tener permiso para equivocarse, disfrutar”. Permite entender que la educación no tiene que ser lineal, sino que puede haber otros caminos para el acceso al conocimiento o contenidos.

“Los niños necesitan adultos alegres, positivos y con sentido del humor, capaces de disfrutar y vivir con espíritu lúdico su vida. Es decir, ¡capaces de jugar!” (Marin, 2013).